California Dancing Club
Alrededor de las 6 de la tarde dio inició la aventura, después de recorrer el pasillo de la entrada del salón de baile ubicado en la colonia Portales de esta selva de concreto, el cual está casi forrado de cuadros que enmarcan pósters de distintos eventos, de los bailes en vivo del “Califas”, así como firmas de varios artistas como “Los Hermanos Brenan”, nos topamos con… ¡el precio!… había llegado con la idea de pagar una módica cantidad, pero ¡no!, para mis pobres bolsillos espantados, el precio de admisión era de $75.00, entrada general, o sea pa los que no entiendan, hombres y mujeres, y ni una chelita ni un refresquito ni nada, pues bueno, nos metimos al “gran salón”.
En ese momento había muy poca gente y nadie estaba bailando, entonces nos dispusimos a sentarnos para esperar lo bueno, el reventón del tan famoso California Dancing Club y otra sorpresa… $20.00 pesos por mesa con cuatro sillas, y después de dudarlo y estar sentados en el piso, nos decidimos a rentar algunas y nos acomodamos para ahora si, esperar lo bueno.
“Torbellino” le estaba poniendo sabor a la noche con cumbias y salsas y ya comenzábamos a mover los pies y aventarnos miraditas para ver quien se animaba a bailar, en la pista ya algunas personas mostraban sus habilidades para el baile, entre ellos, una mujer con un vestido rojo bastante provocativo, algunos hombres esperaban al pie de la pista a alguna mujer solitaria con ganas de diversión.
Alrededor de las 8 de la noche, nos dimos cuenta de que los rumores de que en el “Califas” no vendían alcohol, ¡era mentira!, entonces nos fuimos a una barra escondida en el fondo del salón en el que apenas se alcanzaba a ver el logotipo de una de las cerveceras mas famosas, y varios, nos tomamos unas chelas y ahora si… lo bueno llegó.
Comenzamos a bailar con el grupo “DCA2”, quienes también bailaban con unas muy buenas coreografías mientras tocaban y ya varias parejas bailaban, el tiempo pasó volando, la mayoría de la gente bailaba sin parar, el calor de los cuerpos se hizo presente y para calmar el calocito, pues otras chelas.
Unos platicaban, otros bailaban y llegaron al escenario, el grupo principal, “Los extraños escorpiones de Durango”.
Descubrimos que entre los presentes, entre los amigos que fuimos a disfrutar de esta experiencia, hay talento, ¿cómo no?, un hombre al que le decimos “Lalo Pablo”, arrasó con las presentes quienes se turnaban ya al que resultó ser un gran bailarín. Así pasaron los minutos, hasta que a muchos, la carroza se nos convirtió en calabaza y tuvimos que salir en medio de una lluvia espantosa, pero eso si, todos muy contentos y otros, hasta con dolor de pies de tanto bailar.
Es verdad que este es un lugar que todos deben conocer, personalidades de todo tipo desfilan por sus pistas, músicos vestidos con “estilo guapachoso” amenizan sin descanso a los presentes y entonces, el precio, la espera y hasta las mesas, valieron la pena.
El California Dancing Club lleva 53 años en servicio, y pa como lo veo, le queda aún una larga vida, mientras existamos personas que nos guste bailar y divertirse, lugares como éste seguirán en función y finalmente no puedo decir otra cosa que no se ¡gracias “Califas”!
Alrededor de las 6 de la tarde dio inició la aventura, después de recorrer el pasillo de la entrada del salón de baile ubicado en la colonia Portales de esta selva de concreto, el cual está casi forrado de cuadros que enmarcan pósters de distintos eventos, de los bailes en vivo del “Califas”, así como firmas de varios artistas como “Los Hermanos Brenan”, nos topamos con… ¡el precio!… había llegado con la idea de pagar una módica cantidad, pero ¡no!, para mis pobres bolsillos espantados, el precio de admisión era de $75.00, entrada general, o sea pa los que no entiendan, hombres y mujeres, y ni una chelita ni un refresquito ni nada, pues bueno, nos metimos al “gran salón”.
En ese momento había muy poca gente y nadie estaba bailando, entonces nos dispusimos a sentarnos para esperar lo bueno, el reventón del tan famoso California Dancing Club y otra sorpresa… $20.00 pesos por mesa con cuatro sillas, y después de dudarlo y estar sentados en el piso, nos decidimos a rentar algunas y nos acomodamos para ahora si, esperar lo bueno.
“Torbellino” le estaba poniendo sabor a la noche con cumbias y salsas y ya comenzábamos a mover los pies y aventarnos miraditas para ver quien se animaba a bailar, en la pista ya algunas personas mostraban sus habilidades para el baile, entre ellos, una mujer con un vestido rojo bastante provocativo, algunos hombres esperaban al pie de la pista a alguna mujer solitaria con ganas de diversión.
Alrededor de las 8 de la noche, nos dimos cuenta de que los rumores de que en el “Califas” no vendían alcohol, ¡era mentira!, entonces nos fuimos a una barra escondida en el fondo del salón en el que apenas se alcanzaba a ver el logotipo de una de las cerveceras mas famosas, y varios, nos tomamos unas chelas y ahora si… lo bueno llegó.
Comenzamos a bailar con el grupo “DCA2”, quienes también bailaban con unas muy buenas coreografías mientras tocaban y ya varias parejas bailaban, el tiempo pasó volando, la mayoría de la gente bailaba sin parar, el calor de los cuerpos se hizo presente y para calmar el calocito, pues otras chelas.
Unos platicaban, otros bailaban y llegaron al escenario, el grupo principal, “Los extraños escorpiones de Durango”.
Descubrimos que entre los presentes, entre los amigos que fuimos a disfrutar de esta experiencia, hay talento, ¿cómo no?, un hombre al que le decimos “Lalo Pablo”, arrasó con las presentes quienes se turnaban ya al que resultó ser un gran bailarín. Así pasaron los minutos, hasta que a muchos, la carroza se nos convirtió en calabaza y tuvimos que salir en medio de una lluvia espantosa, pero eso si, todos muy contentos y otros, hasta con dolor de pies de tanto bailar.
Es verdad que este es un lugar que todos deben conocer, personalidades de todo tipo desfilan por sus pistas, músicos vestidos con “estilo guapachoso” amenizan sin descanso a los presentes y entonces, el precio, la espera y hasta las mesas, valieron la pena.
El California Dancing Club lleva 53 años en servicio, y pa como lo veo, le queda aún una larga vida, mientras existamos personas que nos guste bailar y divertirse, lugares como éste seguirán en función y finalmente no puedo decir otra cosa que no se ¡gracias “Califas”!
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